Les voy a hablar de uno de los mejores centrocampistas de la historia de Alemania y del fútbol.
Bernd Schuster era un futbolista alemán, de los años 80 y 90. Jugaba como centrocampista, actuando como todocampista. Por un lado organizaba el juego, siendo el auténtico timón de su equipo, dando pases en corto y en largo, totalmente teledirigidos, logrando numerosas asistencias continuamente. Por otro lado era un llegador, acercándose al borde del área, para desde allí soltar un zapatazo, aprovechando su poderosísimo disparo. Y por último trabajaba en defensa, aprovechando su gran físico y potencia. Pero es que además tenía un talento para jugar al fútbol sobrenatural, con una clase exquisita para conducir la pelota y regateaba a los contrarios de forma sencilla, pero efectiva. Era diestro, pero manejaba a la perfección la pierna izquierda. Tenía un guante en su pierna derecha, lo que le convertía en un especialista en las jugadas a balón parado, osea los saques de esquina, los penaltis y los tiros libres, siendo infalible en todos. Lo único que tenía malo es su mal carácter, que le enfrentó siempre con todo el mundo y salió mal parado de todos los sitios en los que jugó. Vayamos con su historia.
Empezó su carrera en el Colonia en 1978. Allí jugaría dos temporadas, convirtiéndose por la vía rápida, en un fijo en su equipo y hasta en su selección nacional. Tras dos temporadas allí y una actuación estelar en la Eurocopa de 1980, en la que sería uno de los mejores jugadores del torneo, fichó por el Barça en 1980, con 21 años de edad, convertido en una de las promesas (mejor dicho, ya realidades) mas importantes del fútbol mundial. Compartiría plantilla con jugadores de la talla de Artola, Alexanco, Migueli, Simonsen y Quini. Con estos jugadores ganaría la Copa del Rey de 1981. En la siguiente temporada ficharían a Víctor Muñoz y ya aparecía por ahí Lobo Carrasco, jugando cada vez mas. Con estos ganaría la Recopa de Europa de 1982. Pero hubo un problema muy gordo y es que Andoni Goikoetxea (un habitual en estos lances), lo lesionó de gravedad, perdiéndose casi toda la temporada. Schuster perdió velocidad, pero no importó en absoluto, ya que sus cualidades futbolísticas y el físico los seguía teniendo. La campaña siguiente se marcharía Simonsen, pero se reforzaron con Maradona, Julio Alberto, Perico Alonso y Marcos Alonso, mas la irrupción de Urruti como guardameta titular, en detrimento de Artola. Se alzarían con la Copa del Rey de 1983, al derrotar en la final al Real Madrid.
El equipo llevaba mucho tiempo sin conseguir una Liga y encima se había marchado Maradona rumbo a Nápoles. Ficharon en su lugar a Archibald y a Calderé, que le quitó el puesto a Periko Alonso. Curiosamente los barcelonistas se hicieron con el título de Liga en 1985. En la temporada siguiente llegaron a la final de la Copa de Europa, pero cayeron a los penaltis contra el Steaua de Bucarest. En dicho partido, Schuster fue sustituido y el alemán se marchó enfadado del Estadio Sanchez Pizjuán de Sevilla, rumbo al hotel donde vio el partido. Esto enfureció a José Luis Nuñez, presidente de la entidad catalana y fue sancionado sin jugar durante toda la campaña siguiente. El equipo había sufrido un cambio bastante grande de futbolistas, con la llegada de Zubizarreta, Robert, Lineker y Hughes. Pero el equipo no consiguió el título de Liga, que fue para el eterno rival. En la campaña 87-88 despidieron a Venables y en su lugar ficharon a Luis Aragonés. La temporada fue un desastre, con el hundimiento en Liga, al quedar en sexta posición y con el famoso "Motín del Hesperia", en el que los jugadores se negaron a jugar si no cobraban sus salarios. Curiosamente ganaron esa temporada la Copa del Rey.
Siendo uno de los mejores centrocampistas del mundo, terminaba contrato con los blaugranas y obviamente no renovó, ni la directiva le ofreció la renovación, dado que las relaciones con la junta directiva estaban rotas. Así que tras varias ofertas, decidió irse al Real Madrid en 1988, como maniobra también, para "dar por saco" a su antiguo equipo. En el conjunto merengue jugó durante dos temporadas, en las que siguió dando lecciones magistrales, de como se maneja el centro del campo y se tira del equipo. En el conjunto blanco coincidió con el entrenador Leo Beenhakker y con jugadores de la talla de Buyo, Tendillo, Sanchís, Míchel, Martín Vázquez, Gordillo, Hugo Sánchez, Butragueño y Chendo. Ganaría la Liga de 1989 y la Copa del Rey del mismo año. En la campaña siguiente se marcharía Beenhakker y llegaría Toshack, mas el fichaje de Ruggeri. Volverían a ganar la Liga en 1990. Schuster la volvió a armar. Esta vez al negarse a acudir a una gira de verano, porque el club le impidió que llevara a su familia con él. Esto desencadenó en la ruptura con el presidente madridista Ramón Mendoza y la posterior carta de libertad.
Tras estar en el "paro" hasta octubre, fichó por el otro eterno rival del Real Madrid, el Atlético de Madrid en 1990. Era una manera de tomarse la venganza del alemán, con los equipos que le trataban "mal". Con los rojiblancos jugaría tres temporadas a un grandísimo nivel. Coincidiría con jugadores de la talla de Abel, Tomás, Solozabal, Vizcaíno, Donato, Manolo, Toni Muñoz, Patxi Ferreira, Aguilera y Alfredo Santaelena. Ganaría la Copa del Rey de 1991 y en Liga quedaría en segunda posición, muy lejos del líder. En la siguiente temporada llegaría a los banquillos el ilustre Luis Aragonés y con él vendrían Gabi Moya y Miquel Soler. Volverían a adjudicarse la Copa del Rey en 1992 y también estuvo a punto de ganar la Liga, quedando en tercera posición, a dos puntos del primero. Sin embargo en la siguiente campaña, el equipo se desinfló y acabó en sexta posición y llegando a tener hasta cuatro entrenadores en la misma temporada, cosa habitual en el presidente Jesús Gil. Pese a todo fue la temporada del fichaje desconocido Luis García, que fue un visto y no visto.
Ya con 33 años, decidió volver a su país y fichar por el Bayer Leverkusen en 1993. En el conjunto de la farmacéutica Bayer, jugaría durante tres temporadas, en las que iría de mas a menos. En la primera fue indiscutible y jugó a un gran nivel. Compartió vestuario con futbolistas de la talla de Worns, Lupescu, Hapal, Paulo Sergio y Kirsten. En la Bundesliga quedarían en tercera posición. En la siguiente campaña Schuster se iría diluyendo y con él, el equipo, que quedó séptimo. Y ya el descalabro total fue en la temporada 95-96, que casi descienden de categoría y Schuster ya ni jugaba en el equipo, debido a su veteranía. Aprovechando la coyuntura, aceptó un retiro dorado, yéndose a México y fichando por los Pumas en 1996. Allí jugó muy poquito y ya se retiró definitivamente del fútbol, a la edad de 37 años.
Con la selección de la RFA (República Federal Alemana o Alemania Occidental) su participación fue exitosa, pero efímera. Jugaría la Eurocopa de 1980, en la que la National Mannschaft sería campeona, al derrotar en la final a Bélgica. Schuster fue una de las grandes estrellas de los germanos y también de dicho torneo. Al Mundial de 1982 no acudió, debido a la grave lesión que tuvo, que se perdió toda una temporada, con lo cual solo pudo jugar algún partido de la clasificación para dicho torneo. A partir de ahí, ya no volvería a disputar ningún encuentro con los teutones, ya que se autoretiró de la selección, ya que que se negó a disputar un partido amistoso, porque quería estar con su hijo recién nacido (cosa muy lógica, por lo menos para mi) y le sancionaron. Con el carácter de Schuster, era lo mas normal su decisión porque se sintió ofendido.
Pese a salir mal parado de todos o casi todos los equipos en los que jugó (por su forma de ser y por los consejos de su mujer, que también era su representante), y no ser considerado una leyenda en Alemania, porque casi ni jugó allí, estamos hablando de un futbolista legendario. Consiguió el Balón de Plata en 1980 y el Balón de Bronce en 1981 y 1985. Un futbolistas que triunfó en los tres grandes de España (Barça, Real Madrid y Atlético de Madrid). Uno de los mejores jugadores que ha dado Alemania y uno de los mejores centrocampistas de la historia del fútbol. Sin embargo su pésimo carácter jugó en su contra y ya sabemos que se recuerdan mas, siempre las cosas negativas, que las positivas.
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