miércoles, 11 de septiembre de 2019

ERNST HAPPEL, EL NAPOLEÓN DE LOS BANQUILLOS




Les voy a hablar de uno de los mejores entrenadores de todos los tiempos, Ernst Happel.

Ernst Happel fue un entrenador austriaco, que triunfaría en diferentes equipos europeos, llevándolos a lo mas alto, sin ser estos equipos, candidatos a ello. Así que hizo lo imposible, cuando nadie daba un duro por ellos. Por eso me he permitido el lujo de llamarle el "Napoleón" del fútbol.

Napoleón Bonaparte fue un militar y estadista francés, mejor dicho, corso, ya que Córcega siempre ha tenido sus intenciones de libertad e independencia. La familia Bonaparte era de Córcega, un pueblo muy bravo y que no se anda con tonterías, a la hora de pedir lo que cree conveniente. Napoleón tenía ocho hermanos, pero desde siempre fue él, el que poseía una ambición sin limites y una independencia total. Desde muy pequeño empezaría en la academia militar y desde allí fue a mas, hasta entrar en el ejército y después de sucesivas batallas, ganarse el respeto del ejército y ascender hasta teniente. Aprovecharía su cargo para volver a Córcega e intentar hacer una revolución para conseguir la independencia, pero no lo consiguió. Además el líder de los corsos no quería ni en pintura a los Bonaparte y dio la orden de que toda la familia fuera expulsada de la isla. Napoleón olvidó su nacionalismo corso y se "volvió" francés. 

Tras diversas batallas, llegaría a ser nombrado General e iniciaría su campaña militar, conquistando Austria, Italia y Egipto. Era la época de la República y estaban en el poder los jacobinos de Robespierre. Tras un tiempo, llegaría el golpe de estado de Napoleón Bonaparte y con ello el consulado, ejerciendo de primer cónsul. Mas tarde se autonombraría emperador, convirtiendo la República en una monarquía. Con el título de emperador conquistaría Europa, pero sin ocupar dichos territorios, sino dejando a los antiguos monarcas allí, dependiendo de la Francia Napoleónica.  Esto lo aprovecharon sus enemigos para declararle la guerra otra vez y Napoleón I, se embarcó en las batallas, como en su época de general, recuperando Austria y marchando sobre Rusia, llegando a Moscú. Pero al encontrarse la ciudad abandonada e incendiada, tuvo que regresar y se echó el invierno encima, matando a mas de la mitad de la "Grande Armé". 

Este fue el principio del fin de Napoleón, ya que tuvo que volver a París, para desbaratar un golpe de estado que le habían preparado en su ausencia. En Francia tuvo que reorganizarse para salvar su imperio y organizó unas batallas de defensa, en lugar de ataque, pero sus enemigos se habían aliado en su contra. Rusia, Austria, Prusia e Inglaterra (a la que jamás logró vencer en la mar) mandaron a todos sus hombres y fue perdiendo a toda velocidad su Imperio. España y Portugal las perdió, obligando a su hermano José Bonaparte (Pepe Botella o Pepe Plazuelas) a huir (con el consiguiente cabreo de Napoleón, que le llamó inútil. Y luego ya los aliados entraron en Francia, obligando a abdicar a Napoleón, retornando la monarquía borbónica y Napoleón siendo desterrado a la isla de Elba, situada frente a Italia. Como Elba estaba bastante cerca de Francia, no le costó nada embarcarse con sus hombres, que le habían acompañado en el exilio, llegando a Francia y convenciendo a todo el mundo de unirse a él, para dar un golpe de estado y quitar del poder al rey Luis XVII, que estaba muy gordo y no se podía ni mover y su reinado era un total disparate. Bonaparte entra en París y toma el poder. Vuelve el emperador Napoleón I y con él la guerra. Pero su ejército ya no era la "Grande Armé", que ganaba todas las batallas. Ahora era un ejército mas pequeño y sin el poderío de antaño, con lo cual perdería las guerras en las que se embarcó, incluida la famosa batalla de Waterloo. 

Después de esta derrota, Napoleón Bonaparte huye y se embarca en un barco inglés, pidiendo el exilio en Inglaterra. A su llegada a las costas anglosajonas, le engañan y no le dejan ni bajar del barco, poniendo rumbo otra vez, esta vez a la isla de Santa Elena, colonia inglesa, situada frente a las costas de Angola, es decir, el destierro. Un lugar muy pequeño y siniestro, del que jamás pueda regresar. Y efectivamente así es, ya que gracias al penoso tratamiento de su carcelero, moriría a los pocos años, en unas condiciones de salud deplorables y con un físico igual que el del borbón, Luis XVII.

Napoleón también tenía sus cosas raras. Por ejemplo un narcisismo tremendo, debido a su gran ambición. 
Era un trabajador incansable, llegando a dormir poquísimo (3 horas), ya que tenía que estar preparando las batallas y organizando el gobierno, del que se convirtió en un fenomenal estadista, llevando al país a un estado de bienestar, no visto jamás y teniendo el cariño del pueblo. 
Le encantaban los niños y enseguida se encariñaba con ellos. 
Se casó con Josefina y como esta no le quería en absoluto, le engañaba constantemente y Napoleón entraba en una gran depresión y tristeza, debido a que estaba enamorado hasta las trancas. Así que al final decidió pagarle con su misma moneda, una vez era ya emperador y tuvo numerosas amantes, una de ellas una polaca de la que quedó prendado y tuvo un hijo con ella. 
Como Josefina no le daba hijos (no se sabe el porque, porque ella ya tenía hijos de su anterior matrimonio), se divorció de ella con profundo dolor, porque en realidad la seguía queriendo y se casó con la archiduquesa, para firmar la paz con Austria y por fin le dio el esperado vástago, que le llamó Napoleón y se convirtió en Napoleón II. 
Era un persona culta y a la que le encantaba leer. Desde todo tipo de novelas, hasta lecturas de los grandes filósofos como Rousseau y Platón, entre otros, o grandes escritores como Goethe, creador del romanticismo. Hay una anécdota curiosa con el alemán, al que Napoleón invitó a su palacio de Versalles. Una vez ahí le agasajó en halagos y le dijo que le encantaría que le escribiera su biografía y Goethe se negó. Napoleón entró en cólera. 
Aún siendo un déspota ilustrado, no era tan malo como suelen ser los que ejercen el absolutismo. Su idea era conquistar Europa y Asia, como lo hicieron Alejandro Magno y Julio César, para hacer una especie de ONU o Unión Europea y todos los pueblos vivir en paz, bajo su reinado. A parte de que hizo numerosos cambios y promulgó ideas muy vanguardistas para su época. Como por ejemplo, crear el Banco de Francia y el Código Napoleón, que excluye los títulos hereditarios. Todos los hijos tienen el mismo derecho a la herencia. Todos los padres están obligados a sufragar las necesidades de sus hijos. Matrimonio civil y el divorcio, las cuales ya venían del inicio de la Revolución francesa. Nuevas carreteras y cloacas. En definitiva fue un magnífico estadista. 


Repasada la vida de Napoleón Bonaparte, volvamos a nuestro protagonista, que también conquistaría Europa, de una manera muy diferente.

Ernst Happel tenía un fortísimo carácter y hablaba muy poco, lo justo. Y por supuesto solo para hablar de fútbol, no perdía el tiempo en otras "tonterías". Se relacionaba lo estrictamente necesario. Tenía muy mal genio, con lo cual era acusado de gruñón. No se cuidaba en absoluto, debido a que era buen bebedor y fumador empedernido.
Como entrenador era muy metódico y estudioso. Era un gran estratega y exigía a sus futbolistas total concentración durante los 90 minutos y una entrega infinita. Entendía el fútbol de una manera ofensiva, siempre ofensiva, pero sin descuidar el apartado defensivo y con una gran presión sobre los rivales, además de ejercer muy bien el fuera de juego. Este último apartado lo dominaba a la perfección, debido a que había sido defensa en su etapa como futbolista. Un entrenador de manual, un fenomenal técnico.


Después de su carrera como futbolista en su país natal, Austria, se pasaría a los banquillos, pero fuera de su nación. Empezaría su carrera en los Países Bajos, en el ADO den Haag en 1962. Allí cuajaría buenos años en aquel club modesto, al que llevaría a ganar la Copa de los Países Bajos en 1968. Empezaría el legado triunfal de este enorme entrenador. Debido a este éxito, fichó por uno de los grandes de los Países Bajos, el Feyenoord en 1969. Al club de Rotterdam le llevaría a los mejores años de su historia, en las cuatro temporadas que estuvo. En su primera temporada alcanzaría la gloria, adjudicándose la Copa de Europa de 1970 (siendo el primer club neerlandés en hacerlo), tras derrotar en la final al Celtic de Glasgow. Era un fenomenal equipo, con jugadores de la talla de Rinus Israel, Van HanegemJansenMouljin, Geels y Kindvall. En la temporada siguiente ganaría la Copa Intercontinental de 1970, tras derrotar al Estudiantes de la Plata y la liga neerlandesa de 1971.


Tras su consagración como entrenador en todo el viejo continente, dejó el club holandés y se aventuró en una experiencia muy bizarra. Aceptó ser el técnico del Sevilla en 1973, que en aquella época se encontraba en Segunda División. ¿Como es que un entrenador tan reputado, aceptó este trabajo y este reto? Porque a Happel le apetecía conocer Sevilla y vivir allí. Así de curioso era el personaje de Happel. Pero su aventura en el conjunto hispalense fue un desastre y abandonó el equipo, Sevilla y España, para aventurarse en una antigua colonia española, Flandes. En Bélgica ficharía por el Brujas en 1974. Al conjunto flamenco también llevaría a la mejor época de su historia, en las cuatro campañas que dirigió. Ganaría tres ligas belgas seguidas (1976, 1977 y 1978) y la Copa de Bélgica en 1977. Y sus participaciones en Europa también fueron brillantes. En 1976 llegaría a los cuartos de final de la Copa de Europa, tras haber eliminado al Real Madrid, pero caería ante el Borussia Mönchengladbach. Y en 1978 llegaría a la final de la Copa de Europa, en la que caería ante el Liverpool. Llevó al Brujas a competir con los mejores equipos del continente y a superar al Anderlecht de Rensenbrink, como mejor equipo de Bélgica.

Hay que añadir, que compaginó su trabajo como técnico del conjunto belga, con el cargo de seleccionador de los Países Bajos, a los que dirigiría en el Mundial de 1978, tras haber terminado el contrato con el Brujas. En dicho torneo sería segundo, tras caer en la final ante la anfitriona Argentina. En dicho Mundial no jugó Cruijff, al rechazar acudir a Argentina. Si llega a estar el "Flaco", es probable que hubieran logrado el torneo y sería otro entorchado mas para Happel, pero eso jamás lo sabremos.


Tras ese Mundial dejó el cargo de seleccionador y retornó a Bélgica para fichar por el Harelbeke en 1979, en el que estuvo muy poco, para fichar por el Standard de Lieja en 1979. Aquí ganaría la Copa de Bélgica de 1981. Sus grandes logros en su carrera no pasaron desapercibidos y el Hamburgo lo contrataría en 1981. En la ciudad hanseática también haría historia, en las seis temporadas que entrenó. Llevaría al Hamburgo a reverdecer los viejos laureles, de la época de Seeler, convirtiéndolo en el mejor equipo alemán de principios de los 80 y uno de los mejores de Europa, con jugadores de la talla de Kaltz, Hrubesch y Magath. Ganaría la Bundesliga de 1982 y 1983, mas la Pokal (Copa de Alemania) de 1987. Pero sobre todo conseguiría la Copa de Europa de 1983, tras vencer en la final a la Juventus. En la siguiente temporada, sorprendentemente perdería frente al Dinamo de Bucarest.


Aquí con el director técnico del Hamburgo, a principios de los 80, Gunter Netzer.

Tras triunfar en casi toda Europa, cual Napoleón Bonaparte, volvió a su Austria, porque dijo que no quería morir en el extranjero, para fichar por el Swarovski Tirol en 1987, en el que permanecería cuatro temporadas A este equipo también lo llevó al éxito, al ganar la Liga de Austria de 1989 y 1990 y la Copa de Austria de 1989. Y en 1992 dirigiría a la selección de Austria, pero cuando estaba ejerciendo su trabajo, le diagnosticaron un cáncer de pulmón, que acabó con su vida por la vía rápida, en noviembre del mismo año. 

Y es que la vida de fumador empedernido le pasó factura. Un mito de los banquillos, que automáticamente en su país natal, le rindieron un homenaje por todo lo alto y cambiaron el nombre del mítico Prater de Viena, por el Ernst Happel de Viena. Y es que es toda una leyenda, que sin embargo no tiene el reconocimiento de otros grandes del banquillo. ¿Y porque eso? Muy fácil. Jamás entrenó a uno de los grandes del continente y eso siempre pasa factura, aunque hayas triunfado en multitud de equipos sin tanto nombre y los hayas llevado a reinar en Europa, como lo hiciera aquel ambicioso corso apellidado Bonaparte, de nombre Napoleón. 

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