miércoles, 27 de junio de 2018

ROBERT PROSINECKI, DE FUTURA ESTRELLA MUNDIAL...A PROSIKITO


Les voy a hablar de un jugador que pudo haber sido una estrella mundial, pero que por su forma de ser, no lo llegó a ser. El incorregible Robert Prosinecki.

Prosinecki fue un futbolista croata, de finales de los años 80, la década de los 90 y la primera mitad, de la primera década de este siglo. Jugaba como centrocampista, con total libertad para jugar de mediapunta, de interior o de mediocentro. Tenía un talento descomunal, capaz de llevar el balón cosido al pie, además protegiéndolo de maravilla, con lo cual jamás le podían quitar el balón. Abusaba en demasía de conducción de la pelota, ya que tras regatear a medio equipo, era capaz de volver atrás, para seguir "ridiculizando" a sus rivales, con su excelsa clase. No sólo de clase, talento y regates vivía el bueno de Robert, sino que tenía una gran visión de juego, con la que se sacaba asistencias de su "chistera", con extrema facilidad. También era un especialista en las jugadas a balón parado (lanzamientos de tiros libres, saques de esquina y penaltis). Un futbolista destinado al olimpo de los dioses, que sin embargo jamás alcanzaría esa meta. 

Robert Prosinecki es croata de nacionalidad, pero en realidad es nacido en Alemania. Sus padres eran inmigrantes yugoslavos, que se habían ido a la República Federal Alemana en busca de trabajo. Su padre era croata y su madre serbia. Así que pasó su infancia en Alemania, llegando a jugar en las categorías inferiores del Stuttgarter Kickers. Con 10 años dejó la RFA y se mudó junto a sus padres a Yugoslavia, mas concretamente a Croacia, que por aquel entonces era una de las repúblicas yugoslavas. En la tierra de su padre es donde pasaría la adolescencia y se haría un hombre. Ingresaría en las categorías inferiores del Dinamo de Zagreb, el mejor club de Croacia. Allí jugaría hasta que se hizo mayor y ascendió al primer equipo en 1986. Pero tras jugar dos partidos, el club croata rescindiría su contrato, debido a que no confiaba en sus posibilidades. La familia Prosinecki se mudaría a Serbia, la tierra de su madre, mas concretamente a Belgrado, capital de Serbia y Yugoslavia. El Estrella Roja al verle en una prueba, se enamoró perdidamente de su talento. Mas concretamente su director técnico, el mayor mito que haya vestido la camiseta del conjunto rojiblanco, Dragan Dzajic. Lo ficharían en 1987. Allí es en donde desarrollaría su mejor fútbol, jugando cuatro temporadas magníficas. Era un equipo maravilloso, formado por futbolistas de la talla de Stojkovic, Belodedici, Savicevic y Pancev, que dominaba el campeonato yugoslavo con suma facilidad. Tras la marcha del que era la gran figura de los de Belgrado, Stojkovic, rumbo a Francia, cogería el testigo Prosinecki, convirtiéndose en la gran figura del equipo. También se reforzaría con Mihajlovic y Jugovic, convirtiendo a los yugoslavos en uno de los mejores equipos de Europa, al ganar la Copa de Europa en 1991, derrotando en la final al Olympique de Marsella, en la tanda de penaltis. 


Tras esa hazaña se marcharían la mayoría de sus estrellas, entre las que se encontraba nuestro protagonista, debido al fin del comunismo y a la inminente Guerra de los Balcanes, que ya se avecinaba las tensiones entre las distintas repúblicas yugoslavas. Aterrizaría en España, en ni mas ni menos, que el Real Madrid en 1991. Llegaba al conjunto merengue como uno de los jugadores con mayor futuro del fútbol mundial. Mas bien presente, ya que se había dado a conocer como una de las grandes figuras europeas. Su estancia en el Santiago Bernabéu fue un desastre y se estrelló, convirtiéndose en uno de los peores fichajes de la historia blanca. En su primera temporada solo jugó tres partidos, debido a numerosas lesiones que lo dejaron "K.O.". En su segunda temporada se haría un hueco en el once titular, de la mano del técnico Benito Floro, ayudando a ganar la Copa del Rey de 1993. Pero en la tercera temporada empezaron los problemas disciplinarios y se dejó llevar, dando rienda suelta a su actividad nocturna. También empezaría a engordar y a fumar como si no hubiera un mañana. Eso le condenaría al banquillo. 


Ya sin sitio en Madrid y con su imagen por los suelos, se marcharía cedido al Oviedo en 1994. Es decir, pasaría de un grande de España, a un conjunto humilde. El futbolista que iba para estrella dejaba la élite, para reinventarse a si mismo y empezar de cero. El resultado fue un rotundo éxito. En el conjunto carbayón jugaría una grandísima temporada, siendo la gran estrella de un equipo entrenado por Radomir Antic, su gran valedor, el que recomendó su fichaje por el Real Madrid. El conjunto asturiano contaba con jugadores como Mora, Sietes, Armando, Cristobal, Jerkan, Jokanovic, Carlos y Oli.


Terminada la cesión en la capital asturiana y con su nivel de juego recuperado, el Real Madrid le dio la carta de libertad, debido a que su imagen estaba muy dañada en la capital española y la afición no le quería. Ni corto ni perezoso, se marcharía al eterno rival, el Barça, con el que ficharía en 1995, por petición expresa de Cruyff. El resultado en Barcelona sería el mismo que en Madrid. Cruyff no contaría con el croata para el centro del campo, ya que estaban los intocables, Guardiola, Bakero, los emergentes canteranos De la Peña y Roger, mas Amor desde el banquillo. Pero tampoco es que estuviera marginado, jugaría unos cuantos encuentros. Con el despido de Cruyff y la llegada al banco de Robson, no cambiaría nada la situación de Prosinecki, es mas, empeoraría. Sería marginado y se tuvo que marchar en enero de 1997 al Sevilla. En el conjunto andaluz jugaría media temporada, como titular indiscutible, formando pareja con el griego Tsartas. Pero la temporada del conjunto del barrio de Nervión fue un desastre y descendieron a Segunda División. 


Prosinecki no quería jugar en segunda y recibió una llamada de su país, que ya había finalizado la Guerra. La llamada era de su primer equipo, el que no confío en él, el Dinamo de Zagreb, que cambió su nombre para borrar el pasado comunista (hay que recordar que en Croacia son muy de derechas) y pasó a llamarse Croatia Zagreb. Ficharía por el conjunto de la capital croata en junio de 1997. Allí jugaría tres temporadas muy buenas, recuperando su antiguo nivel y su estatus, que le mantenía como una de las estrellas de su país. Dominaría el campeonato croata, ganando la liga en las tres temporadas que jugó. En el 2000 dejó el equipo por problemas con la directiva, que acabaron en los tribunales. Se marcharía a un club modesto como el Hrvatski Dragovoljac, que se convirtió en un club puente, para su retorno a las ligas mas reconocidas europeas. Desembarcaría en Bélgica, fichando por el Standard de Lieja en el 2000. Allí jugaría una temporada, en la que pasaría sin pena ni gloria, marchándose en el 2001 al Porstmouth, que jugaba en la First Division (segunda división). Realizaría una gran temporada en el conjunto inglés. Pero no continuaría allí, sino que vuelta a hacer las maletas para mudarse a Eslovenia, donde ficharía por el Olimpia Ljubljana en 2002. Jugó una temporada en el conjunto de la capital eslovena, para volver a Croacia, donde ficharía por el Zagreb en 2003. Se retiraría del fútbol en 2004, a la edad de 35 años. 

En el fútbol de selecciones, primero jugaría con Yugoslavia el Mundial de 1990, en donde el conjunto "plavi" llegaría a los cuartos de final, siendo eliminado por Argentina, a la postre finalista del torneo. Con la desintegración de Yugoslavia, Prosinecki decidió jugar para Croacia, el país de su padre. Con el conjunto ajedrezado jugaría la Eurocopa de 1996, llegando a los cuartos de final, siendo eliminado por Alemania, que sería el campeón del torneo. El Mundial de 1998, en donde serían el equipo que enamoró por su juego, preciosista y efectivo, quedando tercero al ganar la final de consolación, derrotando a los Países Bajos. Y su último torneo fue el Mundial de 2002, ya como suplente, cayendo en primera fase, al estar en el mismo grupo que Italia, México y Ecuador. 
Prosinecki formó parte de la mejor generación de futbolistas croatas (con la de hoy en día), con los Suker, Boban, Jarni, etc. 


Prosinecki habría sido uno de los mejores jugadores del mundo, si hubiera querido. Pero nunca quiso. A él, lo que le gustaba era jugar al fútbol sin que le agobiaran, a su ritmo, sin restricciones y llevando la vida de excesos que tanto le gustaba. Vamos que no se cuidaba en absoluto. Pero aún y todo fue un buen futbolista y le da para ser uno de los mejores jugadores de la historia de Croacia. Eso si, jamás le faltó el buen humor. Como prueba de ello, os dejo dos anuncios, en el que se ríe de si mismo. El famoso "Prosikito".



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