martes, 2 de mayo de 2017

OLIVER BIERHOFF, EL PANZER QUE TRIUNFÓ EN EL CALCIO





Les voy a hablar de uno de los mejores cabeceadores de todos los tiempos, Oliver Bierhoff.

Oliver Bierhoff fue un futbolista alemán, de finales de los años 80, los 90 y los primeros años de la primera década de este siglo. Jugaba como delantero centro. Era el típico delantero tanque, pero un tanque de los buenos, todo un panzer. Los panzer eran los tanques que usaban las tropas nazis, que se hicieron muy famosos por su fiabilidad y éxito, durante la Segunda Guerra Mundial, porque usaban un tipo de acero muy duro, muy difícil de destruir para las tropas enemigas. Eso era Bierhoff, un panzer, un jugador que se imponía en las zagas rivales, siempre con éxito. Era muy difícil de parar, porque era alto y fuerte y se movía a la perfección, lento pero efectivo. Remataba todo balón que le llegaba, pero sobre todo su especialidad era el remate de cabeza. Marcaba auténticos golazos de cabeza, incluso desde posiciones muy lejanas, haciendo imposible la estirada del portero. Eso era su juego. Con los pies no le pidieras nada, porque no era capaz de hacerlo, pero con la cabeza te ponía el balón donde quería. Un delantero de los de antes. 

Los primeros años le costaría hacerse un hueco en el fútbol profesional. Desde 1986 hasta 1990, jugó en el Bayer Uerdingen, Hamburgo y Borussia Mönchengladbach. Como no se asentaría en ningún equipo alemán, se marcharía a probar suerte a Austria, donde ficharía por el Austria Salzburgo en 1990. En la ciudad que vio nacer a Mozart jugaría una grandísima temporada, donde llamaría la atención de la Serie A italiana, fichando por el Ascoli en 1991. Allí jugaría cuatro temporadas en segunda división, llamando la atención de un equipo humilde, que normalmente ficha muy bien, el Udinese en 1995. En el conjunto de Udine jugaría tres maravillosas temporadas, en las que se convertiría en uno de los grandes goleadores de la Serie A. Y es que el calcio era una liga que le iba a la perfección a sus características y ya que en Alemania no pudo triunfar, bienvenida era Italia, además la italiana era la mejor liga del mundo en aquella época. Entrenado por Zaccheroni y con jugadores de la talla de Helveg y Amoroso, llevaría al Udinese a jugar en Europa, en la Copa de la Uefa, cosa que no era habitual en este club humilde. Tras quedar capocanoniere (máximo goleador) de la Serie A 1997-1998, con la espectacular cifra de 27 goles, se marcharía al Milan en 1998, junto a su compañero Helveg.

Se embarcó en su nueva aventura, pero esta vez en un grande de Italia y del mundo, como eran y siempre han sido los rossoneros. Y precisamente el fichaje del alemán y del danés se dieron, porque vinieron recomendados por su antiguo entrenador Alberto Zaccheroni, que había sido fichado por los milaneses. En la capital lombarda jugaría tres temporadas como titular indiscutible y a un nivel sensacional, ganando el Scudetto en su primer año, con los goles de Bierhoff, siendo uno de los máximos goleadores con 19 goles. En las dos siguientes temporadas bajaría su nivel, pero seguiría aportando goles. En Milán jugaría al lado de WeahCostacurta, Maldini, Helveg, Albertini, Boban, Leonardo, N'Gotty, Serginho, Gatusso, Shevchenko, Chamot y Ayala. Tras la destitución de su gran valedor Zaccheroni, a mitad de temporada, mas el fichaje de Inzaghi, Bierhoff se quedaría sin sitio en el equipo. Así que dejó el calcio, para probar suerte en la Ligue 1 francesa, donde ficharía por el Mónaco en el 2001. Pero veterano ya no era el de antaño, así que casi ni jugaría en un equipo, que tenía como delanteros a gente como Nonda y Prso, con mucho futuro por aquella época. Dado el poco éxito en su única temporada en Francia, volvería al país donde mas éxito había tenido en su carrera, Italia, donde ficharía por el Chievo en 2002. En el conjunto de Verona cuajaría una buena temporada, siendo titular indiscutible y llevando al equipo a la séptima posición en la Serie A. Con 35 años a sus espaldas, optaría por la retirada del fútbol en 2003

Con la selección alemana jugaría la Eurocopa de 1996, en donde los germanos serían campeones, tras ganar en la final a la sorprendente República Checa, de Nedved, Berger, Bejbl y Poborsky. Precisamente fue el mismo Bierhoff quien ayudó a conseguir este título, marcando el primer gol de oro de la historia. Y marcaría saliendo desde el banquillo, porque era suplente en esta selección. El Mundial de 1998, ya como titular indiscutible, en donde la National Mannschaft llegaría a los cuartos de final, siendo eliminada por la Croacia de Suker, Boban, Jarni y Prosinecki. La Eurocopa del 2000, en la que los teutones se eliminarían en primera fase, tras estar encuadrada en el grupo de la muerte, con Portugal, Rumanía e Inglaterra. Y su último torneo sería el Mundial de 2002, ya como suplente debido a la edad, donde serían segundos, tras perder en la final ante Brasil. 

Bierhoff no fue ninguna estrella mundial, ni ninguna leyenda. Es mas, tardó mucho en llegar a la élite, haciéndolo con 27 años. Pero si que fue un gran goleador y un jugador que todo el mundo recuerda, por sus increíbles testarazos que batían a cualquier portero. Remataba mejor de cabeza que con el pie, era increíble. Además un tipo sencillo y un grandísimo profesional. 

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